Muchos expertos piensan que el entorno, el contexto social en el que nos toca vivir, de alguna manera restringe o promociona la bisexualidad. Otros, sin embargo, lo ven como algo natural, incluso una herencia genética. No han encontrado nada como para realizar afirmaciones de forma definitiva. Los académicos e investigadores no se han puesto de acuerdo en un tema que se presenta tan complejo como el de la bisexualidad.
No debemos confundir la homosexualidad con la bisexualidad. Aunque parece que todos tenemos claro cuál es la diferencia, las personas bisexuales se enfrentan a un doble prejuicio.
De un lado, los bisexuales pueden sentir rechazo por parte de alguna persona gay que no entienda que puede sentirse atraída por ambos sexos (bifobia). Por otro lado, los heterosexuales que no aceptan la homosexualidad, evidentemente, tampoco aceptarán la bisexualidad (homofobia). Los que realmente importa es que no debemos limitarnos a lo que culturalmente se espera, o bien por miedo al rechazo o a las ideas sobre lo que es o no es natural.
Desgraciadamente, no existe una regla de oro para saber si eres bisexual, porque, en realidad, uno puede mantener relaciones o sentirse atraído por una persona del mismo sexo, en cualquier momento de su vida y no considerarse bisexual. La bisexualidad es algo que ocurre sin ningún esfuerzo y se expresa a través de la atracción y las ganas de querer estar con otra persona, sea del mismo sexo o del contrario. En algunas ocasiones puedes sentir atracción y ganas de estar con personas de tu mismo sexo, pero, sin embargo, mantener relaciones con el sexo contrario. También se puede dar la situación de enamorarte de alguien del mismo sexo y haber tenido parejas anteriores del otro sexo.
Como hemos dicho anteriormente las personas bisexuales tienen que enfrentarse a un doble prejuicio. Pero, ¿cómo ayudamos a nuestro hijo a entender la bisexualidad si se encuentra en esta situación? Lo esencial es hacerles entender que no «es un bicho raro». Debemos aceptar su manera de ver la sexualidad, apoyarlos, no presionarlos y permitir que vivan sus experiencias. De esta forma podrán decidir por ellos mismo, sin ningún tipo de presión.